Procesos y herramientas
El narrador ... El personaje principal y los secundarios ... El personaje puente ... El ambiente ... El tiempo narrativo ... La voz / el tono / el registro ... El Clímax ... El estilo ... El ritmo ... El monologo interior / el flujo de conciencia / la corriente de pensamiento ... El estilo indirecto libre ... Los signos de puntuación ... El titulo ... El epígrafe ... El prologo ... El falso prologo ... El final ... Leer en voz alta ... El efecto cajón ... Apostar al lector
Hay cientos de herramientas que podemos utilizar durante el proceso de escritura y si mantenemos la mente abierta y nos animamos a indagar en otras disciplinas, como la música, la pintura y la escultura, podremos conseguir muchas mas. Hay que salir de la literatura para poder entrar a la literatura.
Cada escritor construye sus propias herramientas.
El novelista tiene que encontrar sus propios recursos literarios y métodos de trabajo para poder realizar una novela de ficción; el proceso de escritura es algo muy personal, hay algo en la construcción literaria que viene desde muy adentro y esta en el ADN de cada uno de nosotros; hay que animarse a trabajar en la expiración para lograr sacarlo hacia afuera. Mirar e indagar en el interior de cada uno de nosotros para animarse a enfrentar los miedos que nos habitan y colonizan como una hiedra.
Como escritores, tenemos que tratar de lograr desarrollar la capacidad para movernos en mundos distintos: ficticios y reales, inventados y soñados ... Entrar y salir por el espejo de Alicia ... Tener la capacidad y la predisposición para poder pasar del otro lado. Hay otros mundos, pero están en este.
Jamás te rindas. La lucha es contra ti mismo. Aun puedes dar más. ¿Por que no? Debes ser el primero en creerlo. Hay que darlo todo. La obsesión le gana al talento y día a día nos formamos como novelistas con oficio, paciencia y convicción.
En el Muro les comparto algunos procesos y herramientas que fueron muy valiosos durante mi formación inicial: En Arpegio ... ¡Sí Chef! ... Mataras a tus parientes ... La hoja en blanco y la dulce naranja ...
En Arpegio
El arpegio es una forma de tocar la guitarra.
Es una manera de ejecutar los tonos de un acorde: en vez de tocarlos de manera simultanea se realiza de manera sucesiva; por definición es una sucesión mas o menos acelerada de los sonidos de un acorde.
En una novela no se puede poner todo, debemos condensar la historia. Hay momentos que debemos sacrificar hechos que ocurrieron durante la historia de vida de los personajes que estamos narrando. En la vida real todo ocurrió de manera simultanea, pero, en la vida ficticia, se va construyendo un tiempo propio, inventado, posible, verosímil. En ese tiempo creado tenemos que tener la maestría y el oficio necesario para que los episodios de vida de los personajes fluyan y avancen en el tiempo de verbo elegido para narrar la historia.
En narrativa de ficción la melodía se cambia por ritmo y siempre hay que tratar que no se detenga el curso de los acontecimientos que queremos contar. Escribir en arpegio nos permite que el rio de la historia no se detenga.
¡Sí Chef!
Cuando el chef trabaja en la cocina tiene a su disposición todos los elementos necesarios para cocinar, pero, para poder realizar un plato magistral, único y con estilo, deberá crearlo. Además, deberá utilizar los ingredientes en sus dosis exactas con imaginación y creatividad.
En las ficciones bien logradas, que son aquellas que perduran a través del tiempo, están todos los ingredientes necesarios de la vida y en su justa proporción. ¡Sí Chef!
Un toque de picante ... un dialogo.
Un hilo de chocolate en el plato ... un monologo interior.
Una pisca de sal ... una escena clímax.
Unas papas bravas ... un clima erótico.
Un sabor único ... una sutileza religiosa.
Un aroma dulce ... un final abierto.
No es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Tenemos todos los ingredientes para realizar una buena novela de ficción: Libros de textos, ensayos, talleres de escritura, entrevistas, reportajes, biografías, correspondencia y esa gran proveeduría que es la vida; de ella debemos extraer lo que necesitamos para nuestras novelas. Lógicamente, no debemos abusar de ellos y utilizarlos en su justa medida. ¡Sí Chef!
Si el tema que tratábamos era de religión, deberá ser un eco de comunión, un vestigio religioso.
Si estábamos desarrollando una escena erótica, deberá ser persuasiva por lo que no dice, por lo que no muestra, por lo que sugiere y apostar que dispare en la mente del lector su propio acto sexual. Por eso no hay que contar nada que no se pueda mostrar.
Matarás a tus parientes ...
Corregir, podar, tachar, sacar, suprimir, agregar, reescribir ... son el karma del escritor para poder llegar a la versión final. En definitiva, es trabajar el manuscrito hasta lograr darle la forma definitiva. Hace falta mucho arte para que algo parezca desprovisto de arte. El actor dijo: salió espontáneo, sí claro, lo ensaye durante seis meses...
Hay que aprender a autocorregirnos; tener autocritica . Saber ver que quedo bien y entonces perfecto, lo dejamos. ¿Qué quedo mal? Al tacho de los papeles; no dudamos. Aunque te disguste, aunque hayas trabajado días y semanas en esa escena, en ese párrafo, en ese personaje, deberás saber que llegado el momento deberás matar a tus seres queridos mandándolos a la papelera de reciclaje. Siempre hay que dejarse llevar por las necesidades del texto, la historia es la que manda y determina todo; no hay que tener caprichos: si hay que sacrificar algo hay que hacerlo; no te enamores de tus escritos.
Gabriel García Márquez dijo: «Un buen escritor se mide por la cantidad de hojas de papel que quedaron al final de la jornada en el tarro de la basura». Y, en el mismo sendero, tenemos una gran enseñanza de Ernest Hemingway: «En determinado momento de la construcción de una novela de ficción deberás estar preparado para matar a tus seres queridos».
La hoja en blanco y la dulce naranja ...
Una buena herramienta para evitar la hoja en blanco y el bloqueo mental es el método de la naranja.
Si tenemos la rutina y la liturgia individual de escribir todos los días un par de hojas (no hay otra manera, se escribe todos los días y el escritor aprende escribiendo), debemos saber cuando parar de escribir. No hay que llegar hasta el final de la idea, del párrafo, de la escena; hay que parar un poco antes (oficio, intuición, olfato), entonces, al día siguiente, tendremos por donde comenzar. No hay que sacarle todo el jugo a la dulce naranja, no hay que secarla ni agotarla porque de lo contrario en la próxima jornada deberemos tener que comenzar con la hoja en blanco. De esta manera, sabiendo donde y cuando parar, al otro día tendremos el hilo narrativo para comenzar. Y así, sucesivamente, día a día, hoja a hoja, se va construyendo una novela de ficción.
